martes, 27 de octubre de 2009

Toro visto por William Bradford



La excursión del sábado pasado nos permitió gozar de la visión de Toro que el capellán William Bradford llevó a su cuaderno de esbozos y que luego se incluiría como una hermosa aguatinta en el libro Sketches of the Country, Character and Costume in Portugal and Spain made during the Campaign of the British Army in 1808 and 1809.

Así vio esta ciudad el reverendo de Storrington:

Toro es una ciudad muy antigua situada en la orilla norte del Duero, a unas siete leguas al oeste de Valladolid. La altura sobre la que está situada es una continuación de la tierra fracturada que constituye la orilla del río y forma un accidente muy peculiar del terreno. Estos promontorios tan abruptos parecen tener su origen en algún tipo de convulsión de la naturaleza; una conjetura, apoyada por la tradición, habitual en Toro, es que en tiempos antiguos se produjo un terremoto.

La ciudad contiene casi dos mil viviendas y está rodeada por una muralla de adobe donde todavía se ven los restos de un castillo. Hay dos conventos intramuros, pero el edificio más destacado es la Colegiata, un edificio enorme de forma irregular con una arquitectura que recuerda a la sajona.

Sobre el río, que en este punto fluye con rapidez por un cauce ancho y profundo, hay un bonito puente de piedra construido sobre varios arcos.


3 comentarios:

  1. Los dos grabados de Toro hechos por Bradford son fidedignos a la realidad. Esto nos lleva a pensar: El castillo que dibuja en la lámina de Alaejos ¿era en realidad así? Yo siempre pensé que era una idealización pero después de esta comparación ya dudo.

    ResponderEliminar
  2. Las aguatintas de Bradford no tienen nada que ver con las de Heath o L'Eveque, en las que siempre vemos un paisaje y un paisanaje idealizados. Bradford sí fue un artista testigo, y pienso que en sus bocetos intentó reflejar fielmente los personajes, los paisajes y las ciudades que se encontró en su camino. En este sentido son comparables a los dibujos de Adam Neale, que también formó parte de la primera campaña que los británicos llevaron a cabo en la Península Ibérica. Si Bradford dibuja un castillo en Alaejos, eso es que lo había, y seguro que sus formas y estructura no diferían mucho de las que aparecen en la aguatinta.

    ResponderEliminar
  3. Y Bradford no solo lo dibuja, sino que también hace referencia al castillo de Alaejos en el texto que acompaña a la lámina:

    "...Un castillo de piedra, de planta cuadrada y totalmente indefendible, le da a la ciudad aspecto de haber sido importante en el pasado y contribuye a hacerla aún más interesante, puesto que el territorio que la rodea está completamente carente de arbolado o de cualquier accidente destacable del terreno".

    ResponderEliminar