EL FUERTE DE SAN VICENTE
Acuarela realizada por el teniente William Davenport, del 58º regimiento de infantería británico, al día siguiente de la toma de los fuertes de Salamanca (27 de junio de 1812) por la Sexta División británica. En primer término, el convento de San Vicente, inconfundible por sus característicos contrafuertes. Es la única representación en alzado que se conoce de lo que fueron los fuertes de Salamanca. El convento de San Vicente estaba situado sobre el cerro del mismo nombre, al suroeste de la ciudad. Frente a este cerro, en la otra vertiente de lo que en el pasado de llamó Arroyo de Curtidores y en la actualidad Vaguada de la Palma las tropas napoleónicas construyeron dos fuertes más tomando como base otros dos conventos: San Cayetano y La Merced.
En la fotografía el cerro de San Vicente visto desde el sur.
Acuarela realizada por el teniente William Davenport, del 58º regimiento de infantería británico, al día siguiente de la toma de los fuertes de Salamanca (27 de junio de 1812) por la Sexta División británica. En primer término, el convento de San Vicente, inconfundible por sus característicos contrafuertes. Es la única representación en alzado que se conoce de lo que fueron los fuertes de Salamanca. El convento de San Vicente estaba situado sobre el cerro del mismo nombre, al suroeste de la ciudad. Frente a este cerro, en la otra vertiente de lo que en el pasado de llamó Arroyo de Curtidores y en la actualidad Vaguada de la Palma las tropas napoleónicas construyeron dos fuertes más tomando como base otros dos conventos: San Cayetano y La Merced.
En la fotografía el cerro de San Vicente visto desde el sur.
Yo estuve recorriendo toda esa zona hace dos años.En aquel entonces estaban con la construccion de un museo en el mismo teso de San Vicente.Se supone que dedicaran en éste un area a la Guerra de la Independecia.
ResponderEliminarFelipe Castro.Baracaldo
Lástima que no podamos visualizar los textos explicativos a los que seguramente nos remitirían los números que aparecen en esta singular acuarela del teniente Davenport.
ResponderEliminarPor otra parte, resulta curioso comprobar cómo militares acostumbrados a la rudeza de la guerra encontraban también ánimo y tiempo para abstraerse de los horrores que vivían y desarrollar en plena campaña sensibilidades artísticas que denotan los refinados gustos que algunos de ellos atesoraban. Tal es el caso del general británico John Gaspard Le Marchant quien, con la misma mano que momentos antes había utilizado para coger delicadamente el pincel al objeto de reflejar finamente el discurrir de un pequeño arroyo entre una serie de árboles con sus intrincadas ramas, era capaz de empuñar su terrible sable y ponerse al frente de la caballería de su ejército en Salamanca para lanzar impetuosamente una feroz carga contra el enemigo.
José Marcos (Salamanca)