Mi participación en la exposición "La Nación Recobrada. La España de 1808 y Castilla y León", organizada por la Junta de CyL y ubicada primero en Salamanca y luego en Valladolid, consistió en la redacción de tres fichas catalográficas. Os dejo una de ellas, que me han dicho que ha gustado bastante, acompañada de la pieza expuesta.
Heath, W. Sutherland, I. Storming of Ciudad Rodrigo [19 de enero 1813], 1815. Grabado iluminado. Salamanca. Museo Municipal de Historia de la ciudad.
Este grabado es uno de los cincuenta y una que incluye la obra The Martial Achievements of Great Britain and her Allies, from 1799 to 1815, impresa por L. Harrison & J.C. Leigh para J. Jenkins y cuya primera edición data de 1815.
A las siete de la tarde del 19 de enero de 1812 (el grabado contiene la errata “1813”) una columna de infantería comandada por el general Henry Mackinnon (compuesta por los regimientos 45º, 74º y 88º) marchó a toda prisa hacia la segunda paralela, dispuesta para el asalto a las murallas de Ciudad Rodrigo. La brecha abierta en la muralla resultó ser lo suficientemente grande como para que pudiera pasar por ella un grupo de, por lo menos, cien hombres. Pero los franceses habían intentado obstruir el paso construyendo un parapeto a la izquierda y dejando cortado el adarve a la derecha, aunque no dispusieron de tiempo suficiente para completar esta última medida defensiva. Cuando la cabeza de la columna llegó al foso, el asalto se detuvo durante unos instantes, porque se dieron cuenta de que faltaban los hombres que cargaban con las escaleras de asalto, aunque éstos se incorporaron rápidamente al ataque. Al llegar a lo alto del derrumbe, se produjo la explosión de una gran mina y, un instante después, explotó otra más pequeña. El general Mackinnon, habiendo asegurado de forma brillante la posesión de la brecha y no encontrando mayor oposición por parte del enemigo en ese sector, ordenó al regimiento 88º que avanzara hacia la derecha por el adarve mientras él hacía lo propio hacia la izquierda, al mando del 74º. Cuando se encontraba trepando por un parapeto, que se había levantado para obstaculizar el acceso al adarve, un polvorín del enemigo, situado muy cerca de la brecha, voló por los aires. El general Mackinnon se encontraba cerca del teniente Beresford momentos antes de la explosión, y se oyó que le decía: “ven, Beresford, eres un buen soldado, avanzaremos juntos”. Se cree que Mackinnon se mantuvo vivo toda esa noche. Su cadáver no se encontró hasta la mañana siguiente, cubierto de horripilantes heridas y con la piel completamente abrasada. El general Picton ordenó que lo enterraran en la brecha, pero posteriormente su cuerpo fue trasladado por los oficiales de los Coldstream Guards hasta la cercana localidad de Espeja, donde fue enterrado con honores militares por sus camaradas de regimiento.
Heath, W. Sutherland, I. Storming of Ciudad Rodrigo [19 de enero 1813], 1815. Grabado iluminado. Salamanca. Museo Municipal de Historia de la ciudad.
Este grabado es uno de los cincuenta y una que incluye la obra The Martial Achievements of Great Britain and her Allies, from 1799 to 1815, impresa por L. Harrison & J.C. Leigh para J. Jenkins y cuya primera edición data de 1815.
A las siete de la tarde del 19 de enero de 1812 (el grabado contiene la errata “1813”) una columna de infantería comandada por el general Henry Mackinnon (compuesta por los regimientos 45º, 74º y 88º) marchó a toda prisa hacia la segunda paralela, dispuesta para el asalto a las murallas de Ciudad Rodrigo. La brecha abierta en la muralla resultó ser lo suficientemente grande como para que pudiera pasar por ella un grupo de, por lo menos, cien hombres. Pero los franceses habían intentado obstruir el paso construyendo un parapeto a la izquierda y dejando cortado el adarve a la derecha, aunque no dispusieron de tiempo suficiente para completar esta última medida defensiva. Cuando la cabeza de la columna llegó al foso, el asalto se detuvo durante unos instantes, porque se dieron cuenta de que faltaban los hombres que cargaban con las escaleras de asalto, aunque éstos se incorporaron rápidamente al ataque. Al llegar a lo alto del derrumbe, se produjo la explosión de una gran mina y, un instante después, explotó otra más pequeña. El general Mackinnon, habiendo asegurado de forma brillante la posesión de la brecha y no encontrando mayor oposición por parte del enemigo en ese sector, ordenó al regimiento 88º que avanzara hacia la derecha por el adarve mientras él hacía lo propio hacia la izquierda, al mando del 74º. Cuando se encontraba trepando por un parapeto, que se había levantado para obstaculizar el acceso al adarve, un polvorín del enemigo, situado muy cerca de la brecha, voló por los aires. El general Mackinnon se encontraba cerca del teniente Beresford momentos antes de la explosión, y se oyó que le decía: “ven, Beresford, eres un buen soldado, avanzaremos juntos”. Se cree que Mackinnon se mantuvo vivo toda esa noche. Su cadáver no se encontró hasta la mañana siguiente, cubierto de horripilantes heridas y con la piel completamente abrasada. El general Picton ordenó que lo enterraran en la brecha, pero posteriormente su cuerpo fue trasladado por los oficiales de los Coldstream Guards hasta la cercana localidad de Espeja, donde fue enterrado con honores militares por sus camaradas de regimiento.
Siempre me ha gustado este grabado. Muy bueno, si señor.
ResponderEliminarSí, por favor, manda esa foto de la tumba de John Beresford, no soy capaz de encontrarla en mis carpetas.
ResponderEliminarTe la acabo de enviar a tu correo. Es un poco pequeña, pero quizás el amigo José tenga una copia más grande.
ResponderEliminarSaludos