Cuando Napoleón abdicó el 6 de abril de 1814 y fue trasladado en un navío británico a la isla de Elba, no le quedó más remedio que dejar que su Imperio fuera gestionado por aquellos que lo habían derrocado: Austria, Prusia, Rusia y Gran Bretaña. Eran los "cuatro grandes". Otros países, entre los que destacaban España, Portugal y Suecia habían también contribuido en gran medida a su caída, así que también fueron firmantes del Tratado de París del 30 de mayo de 1814. En París se decidió que los detalles del reparto del imperio francés se tratarían en un Congreso que se celebraría en Viena en noviembre de ese año.
Napoleón recibió el principado de la isla de Elba el 4 de mayo de 1814. Allí fue el dueño y señor hasta el 26 de febrero de 1815, día de su huída en el buque Inconstant. Así se iniciaría su última campaña, la que terminaría con la derrota en Waterloo y con el destierro y la muerte en la remota isla de Santa Helena.