lunes, 22 de marzo de 2010
Daguerrotipo del Duque de Wellington
domingo, 21 de marzo de 2010
Paisaje de una batalla
De este artículo destaco el siguiente fragmento:
"Y además, en Arapiles, sí quedan vestigios de la contienda de esos que se pueden tocar con las manos y que nos acercan una realidad más prosaica: botones de uniforme, insignias, proyectiles, monedas, medallas, algunos huesos de los infelices caídos y abandonados... "menudencias de la guerra" que recogen curiosos y coleccionistas menos inocentes. Son igualmente partes del monumento, algo de lo que no debería ser despojado. Pero eso es harina de otro costal."
Pues nada, a ver si metemos de una vez la mano en esa harina y recuperamos para su exposición pública y permanente la arqueología de la Guerra de la Independencia de la que se ha despojado a este campo de batalla, al de Medina de Rioseco y a los campamentos franceses y aliados levantados entre Valdestillas y Toro y que lleva tiempo vendiéndose en eBay o los domingos en la Plaza Mayor de Madrid. Arqueología que algunos han comprado enfermos de una ridícula fiebre coleccionista o para hacer negocio, pero que otros, viendo la inanidad de la administración, han adquirido a costa del patrimonio particular para poder conservar el patrimonio común en el lugar al que pertenece.
Me gusta su estilo, Sra o Srta Escudero Valdés, así que quedo a su entera disposición con la esperanza de que el Sitio Histórico de Los Arapiles cuente en un futuro próximo con el museo y la exposición permanente que merece. Yo estoy dispuesto a embadurnarme de harina y meter las manos en la masa. Luego ya vendrá el horno, el crematorio, claro.
sábado, 20 de marzo de 2010
Cadetes de West Point en Arapiles
lunes, 15 de marzo de 2010
West Point visita el Sitio Histórico de Los Arapiles
Una vez más me invitarán a devolverles la visita, y estoy pensando que ya es hora de que haga ese viaje y conozca ese mítico lugar a orillas del río Hudson.
Supongo que a la gente que gestiona o aspira a gestionar esta ciudad y provincia les importa una higa esta visita, porque, total, en Salamanca ya tenemos un museo del comercio, una exposición de arte oriental con piezas que dicen que son falsas, un museo taurino y una pedazo de Semana Santa. ¿Para qué preocuparse de encontrar un lugar digno dedicado a la batalla de Salamanca cuando tenemos tan apasionante oferta?
La ensenada de Maceira
Las tropas al mando de Wellington desembarcaron en la Bahía del río Mondego, no muy lejos, como se nos cuenta en el Blog Wellington 1810.
LA ENSENADA DE MACEIRA
La flota que transportaba a las tropas al mando del teniente general Sir Harry Burrard echó el ancla en mar abierto, frente a esta ensenada, el 25 de agosto de 1808.
La única ventaja que parecía ofrecer este paraje como punto de desembarco era su cercanía al campo de Ramulhal, donde la infantería había tomado posiciones tras la acción del día 21. No era especialmente adecuado para fondear, ni los botes podían contar con ningún tipo de protección a la hora de intentar alcanzar la orilla, ya que esta cala, como todas las que hay a lo largo de la costa que se extiende entre las desembocaduras del Duero y el Tajo, está expuesta a los vientos del oeste y al oleaje del Atlántico.
Poco después de que los barcos hicieran su aparición por la línea del horizonte, se enviaron carros en los que cargar los suministros y provisiones. Éstos se mantuvieron dos días a la espera en la playa, puesto que no había manera de hacer llegar un solo bote hasta la orilla. Por fin el tiempo mejoró, el oleaje se calmó y se pudo proceder al desembarco, aunque se llevó a cabo asumiendo grandes riesgos y sufriendo algunas bajas.
El río de Maceira da nombre a esta ensenada y es a través de ella, cuando el caudal corre desbordado por las lluvias invernales, por donde el río se abre paso hasta el océano. En verano el Maceira se convierte en un arroyo apenas visible que, demasiado débil como para atravesar los bancos de grava que la marea ha traído hasta este paraje, termina en una pequeña charca y gradualmente desaparece en la arena.
El lugar habitado más cercano es una aldea por la que pasa la carretera y que está situada a una milla y media del mar, y a la misma distancia de Vimeiro. Esta última población, que está enclavada exactamente al este de la cala, cuenta con un centenar de casas construidas en la ladera de una colina, en una zona parcialmente cultivada, abundante en bosques de pinos y cuyo terreno está cubierto de jaras y mirtos que exhalan una agradable fragancia.
Se refiere a la Batalla de Vimeiro, librada el 21 de agosto de 1808 y que resultó en la primera gran victoria del general Arthur Wellesley, futuro Lord Wellington, sobre los ejércitos napoleónicos en esta ocasión sobre el comandado por el general Junot.
domingo, 14 de marzo de 2010
Botones de oficiales franceses
sábado, 13 de marzo de 2010
La Ciudad frente a Napoleón. Bicentenario del Sitio de Ciudad Rodrigo de 1810
También puedo contaros que en octubre se va celebrar, también en Ciudad Rodrigo, un congreso internacional con el título "La Guerra de la Independencia en el Valle del Duero: los asedios de Ciudad Rodrigo y Almeida". Para esa ocasión contribuiré con la ponencia "Don Julián Sánchez El Charro: hazañas y miserias de la lucha guerrillera".
Si alguien quiere prestar alguna pieza relacionada con Ciudad Rodrigo para esta muestra, le puedo poner en contacto mi buen amigo José Ramón Cid Cebrián, el comisario de la misma. Un simple botón con el nombre "Ciudad Rodrigo" puede ser una gran contribución.
Emblema del 3er Regimiento de artillería francés
Las medidas de la pieza en cuestión serían entre 3,5 y 2,5 cm.
viernes, 12 de marzo de 2010
Happy Fiftieth Anniversary King George!
Lleva las siglas GR por George III, rey de Inglaterra entre 1760 y 1820. La leyenda del botón FIFTIETH ANNIVERSARY se refiere a que en 1810 Jorge cumplió 50 años en el trono del Reino Unido, convirtiéndose así en el primer monarca británico que alcanzó tan largo reinado y siendo éste en un hecho digno de conmemoración por medio de la fabricación de este botón, otros fastos aparte.
La Ruta de los Arapiles
martes, 9 de marzo de 2010
Memoria Histórica de los Granaderos de Castilla
José María Espinosa de los Monteros, titular del foro, y el propio Arsenio García, socio del mismo, acometerán conjuntamente la edición de este texto. Según explicó el historiador, la importancia de este documento histórico, escrito por el oficial Ángel de Castellanos al final de la guerra, estriba en que «las memorias españolas referidas al periodo napoleónico son escasísimas por no decir que contadas; por el contrario las memorias de guerra británicas, francesas o alemanas son numerosísimas».
El presidente del foro destacó que una de las misiones del grupo es la divulgación de la historia de la Guerra de la Independencia por medio de las investigaciones de los socios. «Este manuscrito -”dijo-” es un ejemplo en el que un historiador, Arsenio García, muestra la verdadera historia, y donde, a pesar de ser un ejemplar pequeño, resultará muy interesante para los amantes de la cultura ya que además se complementa con las hojas de servicio de varios oficiales de la época».
En realidad, como este documento demuestra, los llamados guerrilleros fueron en su gran mayoría soldados de unidades regimentadas y controladas por los generales españoles, indicó García. Los Granaderos de Castilla comenzaron a reunirse en diciembre de 1811 en el «Pueblo de Castilla en la Provincia del Reyno de León titulado Traspeña» bajo la dirección del sacerdote Juan Tapia tras conseguir dinero, uniformes y armas del gobierno británico en La Coruña.
Este regimiento, junto con otros, integró el poco conocido Séptimo Ejército Español, un ejército fantasma que actuó durante la guerra detrás de las líneas francesas del norte de España y al que los imperiales nunca pudieron vencer, recordó el historiador.
A la publicación del manuscrito acompaña un extenso trabajo de investigación sobre las tropas guerrilleras españolas que en 1811 conformaron el Séptimo Ejército Español. El libro recoge también aspectos desconocidos como el papel de la Junta de León y su presidente Bernardo Escobar en el apoyo y organización de las fuerzas guerrilleras patriotas que actuaron a partir de 1809 en las tierras llanas de León y su montaña, partidas que acabarían la guerra convertidas también en unidades regladas del Ejército Español, dijo García.