En el diario "La Gaceta de Salamanca" de hoy aparece el titular siguiente: "Las tareas de desbroce en el Fuerte dejan al descubierto restos humanos". Se refiere al Real Fuerte de la Concepción, situado junto a la localidad salmantina de Aldea del Obispo. Así reza parte de la noticia:
"Los restos encontrados están formados por distintos huesos descolocados, “en posición secundaria” se conoce en arqueología, que podrían pertenecer a entre cuatro y cinco personas, lo que sugiere que “no sea un enterramiento sino simplemente vestigios de la larga e importante histórica bélica del Real Fuerte de la Concepción”. Entre las hipótesis que se podrían barajar en este hallazgo habría que tener en cuenta que al abandonar Wellington el Real Fuerte durante la Guerra de la Independencia, el general inglés ordenó que se volara por lo que los restos podrían pertenecer a esta época o a cualquier otra de las innumerables batallas que este recinto histórico ha conocido. El hallazgo “de varios huesos” se produjo “al mover unas piedras” en un lugar cercano a la entrada principal del reducto del Real Fuerte de la Concepción se produjo durante las labores previas a la ejecución del proyecto de rehabilitación del edificio histórico, que en estos momentos se encuentra a la espera de presentar las modificaciones solicitadas por la Comisión de Patrimonio para su aprobación y ejecución posterior."
Y, por otro lado, Luis Eugenio Togores, propietario del Fuerte, afirma lo siguiente:
“Creemos que podría tratarse de soldados napoleónicos fusilados por las tropas inglesas de Wellington. Además de los huesos, en la primera exploración arqueológica autorizada por la Junta, se han encontrado varios botones que ya se están estudiando para datar con precisión los restos. La hipótesis que manejamos, por la situación de los restos, es que tras el fusilamiento de estos 5 ó 6 soldados, los restos quedaran sepultados por los cascotes procedentes de la voladura del Fuerte ordenada por Wellington y así han permanecido hasta la actualidad."
Bien, os cuento. El profesor Togores, propietario del Fuerte, es una estupenda persona y un gran experto en la Guerra Civil Española, siendo autor de trabajos biograficos sobresalientes tales como los dedicados a los generales Muñoz Grandes y Millán Astray. Me ha dicho que cree que pueden ser franceses fusilados por franceses. Puede ser, en el Fuerte ocurrieron muchas cosas y seguro que se fusiló a desertores del ejército imperial. Me parece más difícil que se trate de franceses fusilados por britanicos, ya que, de hecho, en los días previos a la voladura del Fuerte por los británicos, las relaciones entre los oficiales enemigos situados en vanguardia fue extremadamente caballerosa, como deja claro la entrevista que se produjo en Gallegos de Argañán entre el general frances Loison y dos oficiales británicos: el mayor Charles Napier y el capitán Cotton, que incluso portaban una carta del general británico Craufurd expresando sus respetos al mariscal francés Ney.
Pero mejor que especular, os cuento lo que pasó cuando se voló el Fuerte en la madrugada del 25 de julio de 1810:
Loison fue advertido por varios campesinos de que La Concepción, defendida por dos batallones portugueses de infantería, había sido minada y sería abandonada y volada cuando atacaran los franceses. Por lo tanto, antes de las cinco de la mañana se dirigió a marchas forzadas por Aldea del Obispo y Castillejo de Dos Casas y cruzó el río Dos Casas.
A pesar de que la muralla y el perfil de La Concepción eran difícilmente visibles debido a la excelente disposición de su glacis, la caballería e infantería de Loison subieron rápidamente la colina que les conducía al fuerte. No hay duda de que Loison esperaba que su fuerza de vanguardia obligara a la guarnición a abandonar el fuerte, que sabía, por experiencia personal, que era realmente formidable. Mientras se reparaba La Concepción, Wellington cambió varias veces su estrategia con respecto al fuerte. El 28 de mayo había ordenado al comandante de éste: “Defiende la plaza hasta el último extremo y ten por seguro que serás socorrido”. Cinco días más tarde modificó sus planes, disponiéndolo todo para que La Concepción pudiera ser evacuada y volada. Así pues, mientras el capitán Burgoyne dirigía las reparaciones en el fuerte, Wellington supervisaba la colocación de las minas en los dos bastiones que quedaban intactos. A mediados de junio, Wellington se replanteó su estrategia con respecto al Fuerte de La Concepción, escribiendo a Craufurd: “He ocupado La Concepción con vistas a poder liberar Ciudad Rodrigo y cubrir tu retirada hacia Almeida si te vieras obligado a ello... Por las fuerzas del enemigo que vemos enfrente de nosotros, de las que tenemos verdadero conocimiento, es casi seguro que, si tuvieras que retirarte de tu posición en Gallegos, sería inútil ocupar La Concepción”. Tres días después escribió de nuevo a Craufurd con instrucciones precisas: “Mantendrás tu posición frente a Almeida hasta que seas amenazado por un ataque de fuerzas superiores, y cuando te retires del Fuerte de La Concepción, vuélalo”.
Por consiguiente, mientras se reparaban las brechas y los parapetos levantados en los bastiones afectados, se vaciaban barriles de pólvora en las casamatas de la cortina contigua a los bastiones minados. Casi seis toneladas de pólvora se acumularon en barriles en cada una de las cuatro medialunas, dos toneladas de pólvora en seis barriles fueron alojadas en el arco central del reducto y tres toneladas en noventa barriles colocados en dos casamatas del blocao. “Frecuentemente ocurren accidentes en las galerías”, escribió Burgoyne, “a causa de la inexperiencia de los soldados, que no son artificieros; la tierra poco firme a menudo cae en cantidades tales que después cuesta mucho tiempo limpiar el lugar, a veces un día entero”. Además, las ruinas de los edificios vecinos demoraban la labor de colocación de minas. No obstante, cuando Wellington llegó, el 26 de junio, a examinar el progreso de los trabajos, Burgoyne se estaba preparando para cargar y cebar varias minas. El 4 de julio “todo estaba preparado en el fuerte para la evacuación”, según Burgoyne. El 9.° de Línea portugués, una batería portuguesa de artillería del calibre seis y cuatro compañías del 45.° de infantería fueron retiradas de La Concepción para, posteriormente, recibir la orden de reunirse cerca de Pinhel con la 3.ª División de Picton. Una semana después, tres compañías de Caçadores portugueses en tareas de piquete en el fuerte fueron sustituidas por diez jinetes del 14.° de dragones ligeros, que se encargarían de defender la entrada al fuerte y proteger las minas. Además, dos compañías del 95.°Rifles sirvieron en La Concepción, en periodos alternos, hasta la mañana del 21 de julio, en que los franceses avanzaron sobre el fuerte.
El 25.° de dragones de Loison y el 3.° de húsares, seguidos por la infantería, avanzaron rápidamente subiendo por la colina hacia la plataforma de La Concepción; tras cruzar el Dos Casas, la caballería británica se retiró. El capitán Brotherton, del 14.° de dragones ligeros, envió a un hábil jinete llamado Wainman a informar a Burgoyne, que en ese momento se encontraba en el interior del Fuerte de La Concepción, de “que nos estábamos retirando a toda prisa y que no había tiempo que perder”. Las minas explotaron a las cinco menos cuarto de la mañana. Explosionaron con un ensordecedor estruendo arrojando escombros por todas partes; varios soldados y caballos del 14.° de dragones ligeros, todavía situados en la plataforma cerca del fuerte, murieron a causa de la explosión. Sin embargo, Burgoyne, al ver que se había volado una parte del fuerte y tener noticias de la destrucción de la otra parte, expresó su satisfacción por los resultados de las detonaciones. Loison afirmó que la rapidez de su maniobra había forzado a los ingleses a evacuar el fuerte antes de que todas las minas se hubieran colocado debidamente; de hecho tres quedaron sin explotar.